Campos de Mengabril

Campos de Mengabril

MENGABRIL

Mengabril está unido de manera intrínseca al campo ya que se trata de un núcleo rural eminentemente agrícola.

La agricultura aquí es el motor principal de la economía, ligada principalmente a los cultivos de regadío como el tomate o el maíz.

El término municipal de Mengabril es de aproximadamente 50 kilómetros cuadrados, de los que la mayoría se dedican precisamente a estos dos cultivos.

La estrecha relación de sus gentes con el campo se aprecia también en la arquitectura vernácula del pueblo con casas que en la tradición popular se denominan de labradores o de jornaleros.

Otra prueba más de su relevancia agraria es que durante muchos años y según cuenta el imaginario de Mengabril, el pueblo fue conocido como La villa de los ajos debido a la gran producción que aquí se daba de este alimento.

Mengabril no se entiende sin el campo, ni tampoco sin el agua del río Ortiga. De hecho, como ya te contábamos cuando hablamos de su ubicación, el pueblo se haya en la orilla izquierda de este cauce que a escasos kilómetros de aquí, en Medellín, se une con el Guadiana.

Sus aguas han sido testigo del paso de diferentes civilizaciones desde hace miles de años que han dejado abundantes pruebas de su legado aquí. Ejemplo de ello constituyen yacimientos de relevancia arqueológica internacional como Cancho Roano en Zalamea o el Turuñuelo en Guareña.

Durante cientos de años este cauce constituyó una vía natural en torno a la que floreció el modelo de vida de los habitantes del lugar.

Si el Ortigas es un río lleno de historia, no menos importante es su innegable valor y riqueza medioambiental.

A lo largo de su cauce podemos encontrarnos con estupendos ejemplares de fresnos, sauces y chopos junto a otras especies de matorral como adelfas, juncos o zarzales. Esta vegetación fluvial crea el hábitat ideal para peces y multitud de invertebrados que aquí se refugian.

El río también es hogar de especies de gran interés como garzas, nutrias, cigüeñas y un variado plantel de anfibios y especies piscícolas.

Por todo ello nos encontramos por tanto ante una fuente de vida que debemos proteger y conservar, un rincón de gran belleza natural para redescubrir una y otra vez.